Querido Alejandro,
No quería, mejor dicho; no podría empezar esta sumatoria de palabras sin hacer un breve resumen de quién soy y el porque de mis líneas:
Soy un tipo más de tantos, un hombre de 33 años quien con la edad del hijo del barba procura, cada vez más, parar la pelota un poco y por medio de las palabras expresarse, tal vez liberarse y porque no, hacer el bien a los que me leen o me leerán.
Quiero decirte que sería un hipócrita si dijese que he agarrado la pluma por vos, sin embargo, en lo más profundo de mis recuerdos tengo aquellos sábados de verano por la tarde con mi viejo y su radio Noblex, escuchando tus cuentos, y cuán cierto es que lo que nos pasa en la infancia nos marca de por vida. Acá me lees, tratando de aportar algo al programa que tan feliz hizo a mi viejo tantas tardes de su vida.
Perdón, vuelvo al ruedo… decía, me resulta imposible no ligar este nuevo descubrir literario con el nacimiento de mi hijo, a finales de 2010. Este enano divino me ha hecho mejor tipo y con ello vino de regalo esta posibilidad que la literatura nos da a todos y es, ni más ni menos, que escribir.
Va a ser todo un desafío lo que te propondré, dado que amo el deporte como disciplina pero más allá de lo lúdico, de la competencia, Amo el deporte como formador de personas y no puedo dejar de ver que detrás de un balón, sea cual fuese el tamaño, el color y su textura; existe un sinfín de aprendizajes que reflejan en el deporte ni más ni menos que la vida misma.
En mi caso, y desde chico, he procurado practicar cuanto deporte estuvo al alcance de mis manos; o mejor dicho de mi barrio, o del flaco bolsillo de mis viejos.
Y así fue que fracasé en Futbol, en Basket, en Hándbol ¡y vaya que fracasé eh!, cuando uno es maleta, es maleta y no hay con que darle pero dicen que hay un deporte para cada quién y yo, con 7 años y en el año 1987, encontré mi lugar en el Rugby. Lo encontré en un pequeño club de San Antonio de Padua y mi, tal vez extensa, introducción se debe a que no podré continuar sin antes hacer una breve reseña de este deporte y mi atrevido pedido que puedas compartir mi sentimiento con tu querida audiencia:
El Rugby es un deporte que se juega con 15 jugadores por lado. Un árbitro y dos Lineman. Cada tiempo dura 40 minutos y el entre tiempo solo 10.
De los 15 jugadores tenemos 8 forwards (Delanteros) y 7 Backs (La línea). Los forwards (Delanteros y en el la mente del común de la gente “los Gorditos”) son los que arman la famosa ARAÑA denominada Scrum y los que empujan también en cada bolonqui que se arma donde se apelmaza la gente. Si ese apelmazamiento es con gente que está de pie se llamará MAUL, y si ya hay gente caída en el piso se llamará RUCK. Al oído de quién escucha esto por primera vez, pareciera ínfima la diferencia, pero créanme que el reglamento es totalmente diferente para cada una de estas tres situaciones que se dan constantemente en cada partido: Scrum, Maul y Ruck
El GOL es llamado TRY, y consta en apoyar la pelota detrás de la línea del arco (Que nosotros llamamos “H” por su forma, claro está) que va de lado a lado de cada lateral.
Esa línea se llama INGOAL; por ello y resumiendo; el objetivo del juego podría decirse consta en apoyar la pelota en el ingoal rival.
Existen otras formas de sumar puntos, pero esta es la más significativa y la que más puntos le da al equipo que lo logra.
La única forma de obtener la pelota cuando la tiene el contrario es derribándolo. Eso es lo que llamamos TACKLE. Solo puede tacklearse a quién lleva la pelota en sus manos. Aquí nace la habilidad de cada jugador de pasar el balón antes de ser derribado.
La pelota no puede pasarse hacia adelante como en futbol, siempre debe ser hacia atrás; es decir en dirección con pendiente hacia el “H” de tu propio equipo.
Por esta característica es que el rugby, visto desde arriba, es lo más parecido a una batalla campal… Dos bandos de 15 personas que tratan de quebrar esa línea imaginaria; perforarla y ganar terreno del equipo rival.
De esta forma podrán comprender lo importante que es ganar cada metro en la cancha, casi; como en la vida.
Por ello, y con lo que cada centímetro cuesta, cada vez que hay una infracción y un jugador se la “reclama” al árbitro; este le regala 10 metros más al equipo contrario en señal de castigo al equipo que “reclamó”. De esta manera, tan solo por un reclamo de un jugador, tu equipo deberá RETROCEDER y perder 10 metros en el campo de juego.
Aquí nace el Slogan: El árbitro, siempre tiene razón.
Cada vez que a un jugador le sacan tarjeta amarilla, debe irse de la cancha 10 minutos, dejando así a su equipo con un jugador menos (Y vaya ventaja competitiva que esto arroja al equipo contrincante).
Por último, luego de celebrarse cada partido, el equipo local invita un almuerzo o una merienda al equipo rival para celebrar la amistad que este deporte nos permite. Esta tradición es llamada 3er. tiempo dando por sentado que un partido es más que 80 minutos y que incluye también esta ceremonia donde el anfitrión sirve a su invitado.
Ahora sí, esperando que hayas / hayan entendido las bases de este deporte, espero puedas / puedan disfrutar de mi humilde historia:
Ruck, Tackle y Scrum… ¿Pero qué deporte es este?
En mis 25 años de Rugby creo haber aprendido lo suficiente como para resumir mi carrera deportiva: Fui, Soy y seré un choto dentro de la cancha. Esa es la verdad. Algunos nacen con ciertas características propias de este deporte: Habilidad, vehemencia, agresividad y sobre todo placer por el contacto físico. Bien… Yo no.
Y ahora, entre canas, no es que ponga a dudas mi conclusión, por el contrario la ratifico y orgulloso tendría mi diploma de choto en mi estudio. Digo, quiero darme el lujo de agregar un inciso a mi declaración; una especie de Artículo 14 bis de nuestra querida constitución Nacional:
En mis 25 años de Rugby creo haber aprendido lo suficiente como para resumir y valorar mi vida, al momento, gracias a mi carrera deportiva:
Aprendí a empujar, a ir para adelante sin distinción de Maul, Ruck o Scrum. Durante 8 años; el período que mi madre estuvo enferma antes de irse al 4to. Tiempo, me tocó soportar, empujar, alentarme a mí mismo aún cuando el pack de Forwards iba para atrás. Llegó su primer operación de cabeza y el Scrum de derrumbó, pero tuve que levantarme y seguir empujando… llegó la segunda operación, la tercera, y la infinita hasta que llegó la que nunca iba a llegar. Sin posibilidad de relajo y distensión no tuve chance alguna de mí tercer tiempo con ella, y así pasó al libro de lo desconocido.
Me pelié con Dios y con todos sus amigos babosos y engreídos, chupamedias y patanes que no supieron contestarme. Y me sacaron tarjeta amarilla, y estuve fuera del juego unos 100.000.000 minutos. Pero el Rugby me enseño a no desesperar, a aceptar y hoy estoy nuevamente en la cancha jugando el partido con el barbudo.
Aprendí a no gozar al rival y/o subestimarlo (Que en este sentido es la misma cosa): Una vez me creí omnipotente, omnisciente y en mi primer trabajo me sentí inmortal. Le pegué a mis rivales, le cuestioné a mi jefe cada una de las indicaciones y entonces retrocedí… retrocedí 10 pasos en mi carrera profesional, y enojado con el fallo pisé a un contrario, y entonces conocí la tarjeta Roja… y ahí sí… con título universitario en mano y la crisis de 2001 en mi mochila, tuve que declarar en el correo con telegrama de por medio, y sin trabajo, estuve suspendido por 6 meses hasta volverme a incorporar. Y en ese período aprendí, entonces, a saber callar o mejor dicho a saber cuándo callar y cuando hablar.
Dijo Aristóteles: “Todos podemos enojarnos, eso es fácil. Pero enojarnos con la persona correcta, en la medida justa, en el momento adecuado, por la razón pertinente y del modo apropiado – eso no es fácil”.
Y así fui ganando y perdiendo metro a metro en mi vida. Fui desleal alguna vez, y aún sin ser percibido por el árbitro, la vida luego me condenó. Eso me lo había enseñado el Rugby pero tuve que tropezar una y cien veces más. Y sigo en el proceso de aprender. Me ocurrió a los 9 años cuando pellizqué un compañero de otro club, y Él, reaccionando, se la devolvió a un compañero mío que nada tuvo que ver. Ese compañero cumplió con los códigos, y no dijo nada… pero no me habló, al menos por 47 minutos. Y Eso, para un niño, es una condena brutal.
Me dejó una novia, entonces me fracturé el corazón; pero sin desesperar supe que la Kinesiología y el tiempo repararían la lesión. Y así fue.
Viví una especie de disolución de mi club, donde mi familia se partió al medio y yo, de alguna manera sentía que tenía que elegir. Y El Rugby me enseño a actuar con la razón, pero a buscar la causa con el corazón. A procurar siempre, pero siempre, la objetividad y por sobre todo no juzgar. Entonces comprendí que no tenía que elegir… que el deporte era el mismo, que la familia era una sola y que solo tenía que esperar y fomentar a que los dirigentes de esos dos clubes, que alguna vez fueron hermanos, dejen de lado intereses personales y en un acto de generosidad se sienten a compartir de nuevo la misma mesa.
Finalmente la vida me dio un hijo, un hijo que nació con síndrome de Down.
Sentí que la vida me había tackleado.
Me había dejado tirado, si aire.
Y en esas primeras horas, en esas donde el dolor no se va… perdí la visión de la meta… Creí perder el rumbo de mi vida.
Pero recordé que, cuando chico, un entrenador querido me dijo que el Rugby era cómo la vida:
Siempre para adelante, que la única forma válida para avanzar es en dos patas. Que el Tackle era válido, pero también era válido y obligatorio levantarse y no perder nunca, nunca de vista… el ingoal de la vida y su felicidad.
Gracias a estos 10 párrafos, hoy tengo la luz de mi vieja, la vibra de mi familia, y el amor inconmensurable de una mujer brillante que me ama y por supuesto, a Don Felipe: El enano que le dio un sentido majestuoso y magnánimo a mi vida.
Hoy puedo considerarme un choto feliz y que, si no fuese por el Rugby, seguramente también lo sería, pero dudo que con tamaña claridad.
Así que, querida Vida, te sigo esperando…
con ansias, aún cuando sé de forma clara que vas a procurar derribarme una y mil veces más.
Con afecto, Walter Rodriguez
Seguime, ¡Dale! Twitter: @Rodriguez_wal
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