Recorrió todas
las playas, y en ellas, en todas triunfó.
Desde San
Clemente hasta Necochea, Desde Garopaba hasta Tulúm.
Cruzó los océanos;
brilló en Honauma Bay, Fuerteventura, Tsambika y Whitehaven Beach.
Tornó su cuerpo y,
tal escultura, se ofreció al mejor postor.
Las mujeres más
bellas, las más deseadas; también sus fanáticas y muchas sin identificar; todas
ellas menos las descartadas tuvieron cita en su colchón. Colchón mullido e
impermeable; jamás atravesaron a su interior.
Logró su título y
su posgrado. Colgó sus cuadros en el exterior. Seis mil amigos en sus redes
sociales, le festejaron su último post:
“no tengo auto,
ni bicicleta, En mi avioneta se está mejor”
Voló temprano
quién sabe dónde y un pueblito se accidentó. Murieron todos, quedó solito y una
familia lo acobijó.
Cuando bien sano
logró ponerse; pensó con creces y se quebró. En esos días, tan pocos días, halló
el sentido de su creación:
Oyó el mar, al
que creía mudo, y vio las formas de las olas las que creía renglón.
Se alimentó, solo
de lo necesario, y vio a los niños esos que El nunca fue.
Y observó un
abrazo y un beso profundo de una pareja que andaba al pasar; repasó su lista y
en ninguna columna pudo identificar al verdadero amar.
Y esa familia que
vio su ser y ningún tener, no solo lo abrazó en asistencia sino también en el querer.
Y descubrió que
tuvo mucho, que tuvo tanto que se perdió. Perdió esa suerte de estar vivito
sintiendo amigos, amor genuino y una familia a quién extrañar.
No quiso irse y
supo ser útil en un taller. No tuvo nunca más vehículos, pero aprendió a movilizarse
de una manera donde ya no los necesitó.
Se enamoró se una
chinita y dicen, las buenas lenguas, que ahora vive con Paz en el interior.
Walter Rodriguez
- @Rodriguez_wal
…“Los hombres debemos aprender a ser Seres Humanos
y no Teneres humanos”…
Toni Ruttimann: Constructor de puentes colgantes
en zonas rurales de difícil acceso