lunes, 24 de junio de 2013

Globos y Helio

Partamos del siguiente Axioma:

El ser humano nace con una cantidad de Helio suficiente como para llenar los globos de la vida. El saber administrarlos es el verdadero camino a la felicidad.

El helio tiene la particularidad de elevarse. Es por eso que los globos que lo contienen si no son sujetados se elevan. Vuelan. Se van.

Claro está que los globos que manejamos en la infancia no son los mismos que en la adolescencia, ni en la adultez.

En esta última etapa, tenemos ciertos globos que son denominador común en la sociedad. Estos podrían agruparse de la siguiente manera:

Familia
Salud
Novia/o – Pareja – Matrimonio
Amigos
Estudio
Trabajo
Esparcimiento, Hobby, Deporte y Ocio.

Cómo mencionaba, el Helio es finito y cada uno nace con diferentes cantidades y he allí la clave del éxito: Conocer nuestra cantidad para sobrellevar las frustraciones. En otras palabras, conocer nuestras limitaciones y aceptarlas.

Uno de los errores que solemos cometer es, justamente, esforzarnos por obtener más helio. Tratamos de dormir menos, de optimizar tiempos, barajar varias cosas a la vez, etc.- Eso no está mal, lo malo es cuando hacemos de eso un nuevo Globo, el globo de la ansiedad cuyo resultado es la incapacidad de goce.

Mucha gente, al menos a mí me ha pasado, pone todo el Helio en un solo globo. Y claro, sentimos que volamos… ese globo acapara toda nuestra energía y sentimos que crecemos, que nos hacemos únicos. Sin embargo, para que ese globo esté bien inflado habrá de haber sido necesario dejar flacos otros globos.

Mientras el globo grande vuela y nos lleva por el aire, nada importa. Damos por hecho que ya habrá tiempo para redistribuir el helio a los otros globos. O, peor aún, siquiera tomamos consciencia de ello. Pero cómo todo globo, no se exime la posibilidad que este se pinche. Y ahí….. Caemos, caemos de lo alto y tomamos consciencia de la flacura de todos nuestros globos. Nos sentimos vacíos y arrepentidos y volvemos a empezar.
Cuando tenemos los globos equilibrados también podemos pinchar, pero el resto de los globos nos ayuda a sobrellevar el vuelo.

El éxito pareciera ser, consta en la administración del Helio. Conocer nuestra capacidad y con ello aprender a decir que NO para ganar un SI en otros campos prioritarios.

Pero existe otra variable; la de determinar que GLOBOS queremos alimentar y cuáles no.
Mucha gente llega a la madurez con el equilibrio perfecto de sus globos. Los mira, siento orgullo; pero siente que algo falta. Y normalmente a eso lo llamamos vacío espiritual. 
Entonces nace, renace esa necesidad de alimentar a nuestro DIOS. Mimarlo y entregarnos. Nace un nuevo globo que encierra a todos los demás, los protege de los ataques, los hace más fuerte y resistentes. 
Y ahí, parece ser, que el camino de la felicidad toma sentido.

Walter Rodriguez
Twiter: @rodriguez_wal

Inspirado en la idea de Santiago García Vozzi

domingo, 16 de junio de 2013

Mi amigo, el árbol.


Él es mi amigo, mi amigo el árbol.

Todos los días paso debajo suyo. Nos miramos, nos saludamos en el silencio.
Me enseñó, día a día, que no era incómodo el silencio. Lo incómodo son los ruidos que atravesamos hasta llegar al silencio.
Y claro, ¿cómo no me va a enseñar? Si tiene más de 50 años. Si supieran las cosas que ha visto. Si supieran…


Me enseñó, saludo a saludo, a contemplar. La contemplación era algo inhóspito en mí ser. Algo invisible. La contemplación y compasión no puedo describirla. Simplemente es. En este caso, es mi amigo: El árbol.

Hace un año sufrió una batalla dura. Algo parecido a un tornado. Pero ahí está, un poco castigado, pero fuerte. Erguido. Su hermano, salió más lastimado. Y eso lo sufrió, y en la contemplación, lo sufrí yo también.

Pero pasaron ya dos otoños. Sigue sacudiéndose de las hojas viejas y vuelve a rebrotar. Renace. Siempre.

Y cómo a mí me pasó con otro amigo llamado Ricardo donde tardé 6 meses para que me devuelva el saludo, Mi amigo, el árbol, me esperó 4 años. Me saludaba todos los días, pero no podía verlo. Ni escucharlo.

Me enseñó, pasito a pasito, a quererlo.

Y claro, ¿Cómo no lo voy a querer? Si él es mi amigo: El árbol.

Walter Rodriguez
@Rodriguez_wal

viernes, 7 de junio de 2013

Mi amigo, Ricardo

Esta es la historia de Ricardo, mi amigo.

Ricardo es un hombre de alrededor 60 pirulos que duerme en la calle Tucumán entre Reconquista y 25 de Mayo, Microcentro. Ciudad de Buenos Aires – Argentina.

Esto es pegado al lugar donde yo trabajo. Siempre me llamó la atención lo pulcro, bien alimentado y ordenado que se lo veía. Sus hábitos siempre los mismos. Se levanta entre 8:00 y 8:30 y arranca para algún comedor en Constitución o Saavedra.
Cada vez que yo pasaba, y lo veía, le decía "Buen día". Con el tiempo y poco a poco me fue devolviendo el saludo.
Algunos días de frío, agarro un Café con Leche y se lo llevo. Desayunamos juntos, en la vereda. Y hablamos... de la vida.

Siempre le preguntaba: ¿Estás necesitando algo?. Y siempre me decía que no. Allí comenzó mi aprendizaje de este hombre.
Hace un tiempito, en el mes de Abril, le formulé la pregunta nuevamente: Tímido, me dijo: “Se va a venir el frío, un pullovercito no me vendría mal”. 
¿Algo más? (pregunté). NADA MÁS.

¿Leyeron bien? NADA MÁS.

Me dijo que cuanto más tenía, más pesada se hacía su vida y la interacción con sus pares. Claro, el “tener” en la calle debe ser visto con una visión diferente de la que estamos acostumbrados.

Recuerdo perfectamente ese día, era viernes. Yo tenía que viajar una semana por trabajo. No quería fallarle. Un amigo mío me escucho y se comprometió en llevarle un Pullover el Lunes siguiente. Y le gustó tanto la historia, pero tanto, que me hizo un quiero RE-Truco. No le llevó un pullover viejo, rotoso. Le dio uno de sus pulloveres preferidos. Se desafió el mismo al desapego, y se des-hizo de una etiqueta con Cocodrilo. Otro aprendizaje que, gracias a la aparición de Ricardo, tuve en mi vida: El desapego con dolor cuyo resultado es mucho más placentero cuando la entrega es total.
 
Hace unas semanas atrás, cuando se levantó tenía puesto el pullover que mi amigo le había hecho llegar. Cumplí mi palabra. Porque entendí que para Ricardo, lo más valioso que tenía, era la palabra y no podía fallar.

El concepto de necesidad y de “mochila de la vida” quedó bollando en mí.

Hace un tiempo llegó a mis manos un libro. La increíble historia de la empresa PATAGONIA (Ropa de montaña y otros deportes extremos). Sin pensarlo, mandé un E-mail a USA. Básicamente se me ocurrió que una pilcha PATAGONIA podía reemplazar una camiseta, un buzo, un pullover y una campera. Y eso podría simplificarle la vida a mi amigo Ricardo y hacer la MOCHILA de su vida más liviana. 

Mientras esperaba su respuesta (terminó siendo cordial pero negativa), fui a un local PATAGONIA en Argentina. Me asesoraron, aconsejaron y recomendaron una chaqueta LIVIANA que equivaldría a varios abrigos juntos. El costo de lista era de $ 1900.

Ahí me puse el objetivo: Quería para Ricardo esa chaqueta. Nada usado, ni otra cosa. Eso y nada más. 

Así fue que me atreví a contar la historia de El en Facebook. Subí la foto que representa una imagen habitual en mí y pedí tres cosas:



1)El que ande por ahí y lo vea. Solo digale buen día. Es lo que más necesita. 
2) El que quiera y pueda aportar dinero; yo en persona me encargaré de ir a comprar la campera y dársela en mano. 
3) El que quiera escribirle unas líneas a Ricardo. Lo que sea. Es bienvenido. Me mandan un privado y yo imprimo el mensaje.

Lo cierto es que esa foto, esa historia hizo vibrar el Universo. Mucha gente se sensibilizo y afloró lo mejor de sí. Gente totalmente desconocida solicitaba mi cuenta bancaria para transferir dinero, a los que tuve la suerte de decirle que no era necesario; que con los aportes de mi entorno más cercano ya había juntado el dinero. Pero lo más lindo, lo más noble, fueron las 12 cartas que me hicieron llegar para El.

12 cartas que significarían apostolados para Ricardo.

La historia tuvo tanta trascendencia que llego, incluso, a Patagonia Argentina. Fui invitado a una pequeña reunió allí; les interesó la historia y les dije que necesitaba un descuento menor. Que quería comprar la campera. Respetaron mi decisión, me atendieron amablemente y tuvieron un gran gesto que quieren mantener privado. Así lo haré.

Pudimos aportar, adicional de la chaqueta, ropa interior de escalada incluyendo medias polares. Con el correr de los días siguió llegando a mis manos dinero. De Chile y otros países. Asi fue que el Excedente lo doné a una asociación Civil en la que colaboro, situada en Marcos Paz que ayuda a chicos en situación de vulnerabilidad social: Seres Versus Teneres.

La historia también llego a una empresa de ropa para SKY. El dueño, emocionado, me contó que lanzaría un plan… propondría a sus clientes que reciclen sus prendas viejas, que mantienen la calidad pero que están en desuso por un tema de gusto o moda, en su local para que ellos sean puentes y se lo entregasen a alguna asociación civil , fundación u ONG. Esas que reparten café caliente por las noches a gente necesitada.
Recién allí tomé consciencia el despelote que había armado. Y que lindo. La rueda empezaba a girar. Un amigo querido me dijo: “Cadena de favores”.-

Ya tenía todo en mis manos. No soportaba estar en mi casa con SU ropa y pensando que estaría durmiendo bajo el frío. Yo vivo a 45 Kms. de ese lugar; pero siempre un buen amigo está dispuesto a colaborar. Era miércoles y mi Papá, en su humilde aporte de nafta y peaje, contribuyó llevándome.

Ricardo se alegró de verme por la  noche. Me conocía con ropa de trabajo y de día.
Le entregué la ropa. Le conté brevemente la historia y se emocionó.
Pero más se emocionó cuando le dí 12 cartas. Él repetía una y otra vez: “no puede ser que haya alguien que me escriba”.

Sin hojearlas ni leerlas, las doblo y las guardó cómo su mayor tesoro. Las leería al irse a dormir, usando la Luna cómo velador.

 Realmente la ropa era secundario. Nuevamente me estaba enseñando.
Cuando le dije que esa chaqueta equivalía a todas las prendas que tenía puestas; pensó y me dijo: “Entonces puedo regalarlas (las que tenía puestas) a alguien que las necesite”.
NUDO en el estómago. Enésimo aprendizaje.

Agregó, “Ahora entiendo porque estos días la gente me está saludando”. Fuerte, me temblaban las patitas.
También quiso por medio mío hacer llegar su agradecimiento. Fui preparado, le dí una hoja y un fibrón y de su puño y letra escribió desde su corazón abierto.


Desde nuestra óptica de ver el mundo, a todos nos intriga saber su historia. Y ese es un secreto que tengo Yo con El. Solo sepan que Él es feliz, con sus gustos y disgustos, viviendo en la calle  y por ello jamás lo van a ver pidiendo ni renegando.

Le di un abrazo, y me volví con mi viejo. En silencio. Los dos emocionados.
Ricardo me enseño a re-aprender el concepto de Necesidad. A revalorizar un “BUENOS DIAS”.
Aprendí a dar con dolor, hasta que ya no duela. Por el contrario, gratifica.

Entendí que el YO, está antes que el Tú, El, Nosotros o ellos SOLO en la gramática. Que en la simpleza y la grandeza es al revés.

Que hay muchos Ricardos necesitando un BUENOS DÏAS, un café y por sobre todo, una palabra. Una carta. Un abrazo.

Que los Ricardos no están, solamente, en la calle y bajo el frío. También están en los hogares, en los trabajos y ahí, adentro tuyo. ¿Porqué no?.

Y a vos, adentro tuyo, es a quién RICARDO me enmendó, siente me pidió que sea puente, para decirte: 

Buenos Dïas. ¿Qué estás necesitando?

Walter Rodriguez
Mayo 2013

@Rodriguez_wal




miércoles, 5 de junio de 2013

Mirar


¿Qué es lo que miramos cuando miramos?


Uno respondió, “Un moño Rojo”. 
Otro vió en los extremos superiores, “murciélagos durmiendo”.
Un creativo vió una radiografía de cadera.


Uno integrador vió dos señoras acunando un bebé. Y detrás de ello sintió ternura.
Se vió la cara de un lobo. Una mariposa. Simplemente Manchas. Y un montón de cosas más.
Algunos sintieron algo positivo recordando ver esa imagen en el psicotécnico que tuvieron antes de entrar a su actual trabajo.

Otros sintieron algo negativo, recordando ver esa imagen en el psicotécnico que tuvieron en la entrevista previa de un trabajo que no llegaron a alcanzar.

¿Qué es lo que miramos cuando miramos?
No me atrevo a decir que tengo la respuesta, pero por lo visto, ante una misma figura vemos y sentimos cosas diferentes.

En el arte, esto está permitido. La gente que tiene capacidad para apreciar cuadros, por ejemplo, siente fuerte 
sensaciones al introducirse en una pintura y no necesariamente son las mismas que las que ve y siente la persona que tenga al lado. Y eso está muy bien. Nos hace sentir libres y únicos.
Pareciera ser que observamos de acuerdo a lo que conocemos. Es decir, nadie respondió que veía algo que nunca vió. Parece confuso lo que acabo de decir; pero es simple y fuerte.

Tan simple y fuerte que me atrevo a hacer un paralelismo con el mundo.
Ante un mismo hecho, cosa o situación; tenemos diferentes miradas. Interpretaciones. Sentimientos.
Unos ven la política desde arriba, otros desde abajo, desde lo honesto, o desde lo oscuro. La vemos desde el centro, la izquierda o la derecha.

Algunos vivimos el amor así y otros asa. Aun entendiendo que creemos entender perfectamente lo que significa amor o cualquier otro tipo de emoción, cada uno lo vive y siente diferente.
Pero la macana surge en nuestra capacidad de aceptar esto en nuestra cotidianidad.

En mi vida vi discutir o pelear dos personas por lo que veían en un cuadro. Por lo general, las personas aceptan abiertamente y respetan el punto de vista del otro. Valoran sus sentimientos y no tratan de convencer, mostrar o inducir a la otra persona a que sienta o vea lo mismo que ella.

Pero; ¿qué es lo que pasa con el Fútbol, la política, la amistad, el amor, el trabajo, la religión, el mundo?
¿Qué es lo que nos lleva a querer convencer al otro que nuestra verdad es la única valida? ¿Cuánta energía ponemos a diario en esta agotadora tarea de querer tener razón?
Aprender a aprender nuevamente. Ese es mi camino. Esta es mi nueva razón.

Walter Rodriguez
@Rodriguez_wal