sábado, 30 de junio de 2012

Dar, hasta quedar lleno

Y para que quiero mis ojos,
si lo que está delante no lo veo.
Y para que tengo mis manos,
si no puedo darlas al amigo que tanto debo.
Para que tengo mi olfato, si solo huelo
la fragancia de mi propio entierro.
Y para que tengo mi boca, si solo pruebo
lo que la industria indica que debo.

Yo quiero mi vista para sentirme pleno,
ver colores poderosos que se irradien de tu seno.
Y quiero mis manos limpias para llevarte,
y me lleves, por el mundo entero.
Porque deseo que mi olfato perciba
los olores de lo que creía ser veneno,
Y porque quiero saborear la vida, estar repleto,
Que cada trago amargo se digeriera, por completo.

Quiero darlo todo todo, hasta quedar totalmente lleno.

Walter Rodriguez
Seguime, ¡Dale!
Twitter: @rodriguez_wal

viernes, 29 de junio de 2012

El Rugby y la vida - Cuento para Apo

Querido Alejandro,

No quería, mejor dicho; no podría empezar esta sumatoria de palabras sin hacer un breve resumen de quién soy y el porque de mis líneas:

Soy un tipo más de tantos, un hombre de 33 años quien con la edad del hijo del barba procura, cada vez más, parar la pelota un poco y por medio de las palabras expresarse, tal vez liberarse y porque no, hacer el bien a los que me leen o me leerán.

Quiero decirte que sería un hipócrita si dijese que he agarrado la pluma por vos, sin embargo, en lo más profundo de mis recuerdos tengo aquellos sábados de verano por la tarde con mi viejo y su radio Noblex, escuchando tus cuentos, y cuán cierto es que lo que nos pasa en la infancia nos marca de por vida. Acá me lees, tratando de aportar algo al programa que tan feliz hizo a mi viejo tantas tardes de su vida.

Perdón, vuelvo al ruedo… decía, me resulta imposible no ligar este nuevo descubrir literario con el nacimiento de mi hijo, a finales de 2010. Este enano divino me ha hecho mejor tipo y con ello vino de regalo esta posibilidad que la literatura nos da a todos y es, ni más ni menos, que escribir.

Va a ser todo un desafío lo que te propondré, dado que amo el deporte como disciplina pero más allá de lo lúdico, de la competencia, Amo el deporte como formador de personas y no puedo dejar de ver que detrás de un balón, sea cual fuese el tamaño, el color  y su textura; existe un sinfín de aprendizajes que reflejan en el deporte ni más ni menos que la vida misma.

En mi caso, y desde chico, he procurado practicar cuanto deporte estuvo al alcance de mis manos; o mejor dicho de mi barrio, o del flaco bolsillo de mis viejos.
Y así fue que fracasé en Futbol, en Basket, en Hándbol ¡y vaya que fracasé eh!, cuando uno es maleta, es maleta y no hay con que darle pero dicen que hay un deporte para cada quién y yo, con 7 años y en el año 1987, encontré mi lugar en el Rugby. Lo encontré en un pequeño club de San Antonio de Padua y mi, tal vez extensa, introducción se debe a que no podré continuar sin antes hacer una breve reseña de este deporte y mi atrevido pedido que puedas compartir mi sentimiento con tu querida audiencia:

El Rugby es un deporte que se juega con 15 jugadores por lado. Un árbitro y dos Lineman. Cada tiempo dura 40 minutos y el entre tiempo solo 10.
De los 15 jugadores tenemos 8 forwards (Delanteros) y 7 Backs (La línea). Los forwards (Delanteros y en el la mente del común de la gente “los Gorditos”) son los que arman la famosa ARAÑA denominada Scrum y los que empujan también en cada bolonqui que se arma donde se apelmaza la gente.  Si ese apelmazamiento es con gente que está de pie se llamará MAUL, y si ya hay gente caída en el piso  se llamará RUCK. Al oído de quién escucha esto por primera vez, pareciera ínfima la diferencia, pero créanme que el reglamento es totalmente diferente para cada una de estas tres situaciones que se dan constantemente en cada partido: Scrum, Maul y Ruck


El GOL es llamado TRY, y consta en apoyar la pelota detrás de la línea del arco (Que nosotros llamamos “H” por su forma, claro está)  que va de lado a lado de cada lateral.
Esa línea se llama INGOAL; por ello y resumiendo; el objetivo del juego podría decirse consta en apoyar la pelota en el ingoal rival.
Existen otras formas de sumar puntos, pero esta es la más significativa y la que más puntos le da al equipo que lo logra.

La única forma de obtener la pelota cuando la tiene el contrario es derribándolo. Eso es lo que llamamos TACKLE. Solo puede tacklearse a quién lleva la pelota en sus manos. Aquí nace la habilidad de cada jugador de pasar el balón antes de ser derribado.

La pelota no puede pasarse hacia adelante como en futbol, siempre debe ser hacia atrás; es decir en dirección con pendiente hacia el “H” de tu propio equipo.

Por esta característica es que el rugby, visto desde arriba, es lo más parecido a una batalla campal… Dos bandos de 15 personas que tratan de quebrar esa línea imaginaria; perforarla y ganar terreno del equipo rival.
De esta forma podrán comprender lo importante que es ganar cada metro en la cancha, casi; como en la vida.

Por ello, y con lo que cada centímetro cuesta, cada vez que hay una infracción y un jugador se la “reclama” al árbitro; este le regala 10 metros más al equipo contrario en señal de castigo al equipo que “reclamó”. De esta manera, tan solo por un reclamo de un jugador, tu equipo deberá RETROCEDER y perder 10 metros en el campo de juego.
Aquí nace el Slogan: El árbitro, siempre tiene razón.

Cada vez que a un jugador le sacan tarjeta amarilla, debe irse de la cancha 10 minutos, dejando así a su equipo con un jugador menos (Y vaya ventaja competitiva que esto arroja al equipo contrincante).

Por último, luego de celebrarse cada partido, el equipo local invita un almuerzo o una merienda al equipo rival para celebrar la amistad que este deporte nos permite. Esta tradición es llamada 3er. tiempo dando por sentado que un partido es más que 80 minutos y que incluye también esta ceremonia donde el anfitrión sirve a su invitado.

Ahora sí, esperando que hayas / hayan entendido las bases de este deporte, espero puedas / puedan disfrutar de mi humilde historia:

Ruck, Tackle y Scrum… ¿Pero qué deporte es este?

En mis 25 años de Rugby creo haber aprendido lo suficiente como para resumir mi carrera deportiva: Fui, Soy y seré un choto dentro de la cancha. Esa es la verdad. Algunos nacen con ciertas características propias de este deporte: Habilidad, vehemencia, agresividad y sobre todo placer por el contacto físico. Bien… Yo no.
Y ahora, entre canas, no es que ponga a dudas mi conclusión, por el contrario la ratifico y orgulloso tendría mi diploma de choto en mi estudio. Digo, quiero darme el lujo de agregar un inciso a mi declaración; una especie de Artículo 14 bis de nuestra querida constitución Nacional:
En mis 25 años de Rugby creo haber aprendido lo suficiente como para resumir y valorar mi vida, al momento, gracias a mi carrera deportiva:
Aprendí a empujar, a ir para adelante sin distinción de Maul, Ruck o Scrum. Durante 8 años; el período que mi madre estuvo enferma antes de irse al 4to. Tiempo, me tocó soportar, empujar, alentarme a mí mismo aún cuando el pack de Forwards iba para atrás. Llegó su primer operación de cabeza y el Scrum de derrumbó, pero tuve que levantarme y seguir empujando… llegó la segunda operación, la tercera, y la infinita hasta que llegó la que nunca iba a llegar. Sin posibilidad de relajo y distensión no tuve chance alguna de mí tercer tiempo con ella, y así pasó al libro de lo desconocido.
Me pelié con Dios y con todos sus amigos babosos y engreídos, chupamedias y patanes que no supieron contestarme. Y me sacaron tarjeta amarilla, y estuve fuera del juego unos 100.000.000 minutos. Pero el Rugby me enseño a no desesperar, a aceptar y hoy estoy nuevamente en la cancha jugando el partido con el barbudo.
Aprendí a no gozar al rival y/o subestimarlo (Que en este sentido es la misma cosa): Una vez me creí omnipotente, omnisciente y en mi primer trabajo me sentí inmortal. Le pegué a mis rivales, le cuestioné a mi jefe cada una de las indicaciones y entonces retrocedí… retrocedí 10 pasos en mi carrera profesional, y enojado con el fallo pisé a un contrario, y entonces conocí la tarjeta Roja… y ahí sí… con título universitario en mano y la crisis de 2001 en mi mochila, tuve que declarar en el correo con telegrama de por medio, y sin trabajo, estuve suspendido por 6 meses hasta volverme a incorporar. Y en ese período aprendí, entonces, a saber callar o mejor dicho a saber cuándo callar y cuando hablar.
Dijo Aristóteles: “Todos podemos enojarnos, eso es fácil. Pero enojarnos con la persona correcta, en la medida justa, en el momento adecuado, por la razón pertinente y del modo apropiado – eso no es fácil”.
Y así fui ganando y perdiendo metro a metro en mi vida. Fui desleal alguna vez, y aún sin ser percibido por el árbitro, la vida luego me condenó. Eso me lo había enseñado el Rugby pero tuve que tropezar una y cien veces más. Y sigo en el proceso de aprender. Me ocurrió a los 9 años cuando pellizqué un compañero de otro club, y Él, reaccionando, se la devolvió a un compañero mío que nada tuvo que ver. Ese compañero cumplió con los códigos, y no dijo nada… pero no me habló, al menos por 47 minutos. Y Eso, para un niño, es una condena brutal.
Me dejó una novia, entonces me fracturé el corazón; pero sin desesperar supe que la Kinesiología y el tiempo repararían la lesión. Y así fue.
Viví una especie de disolución de mi club, donde mi familia se partió al medio y yo, de alguna manera sentía que tenía que elegir. Y El Rugby me enseño a actuar con la razón, pero a buscar la causa con el corazón. A procurar siempre, pero siempre, la objetividad y por sobre todo no juzgar. Entonces comprendí que no tenía que elegir… que el deporte era el mismo, que la familia era una sola y que solo tenía que esperar y fomentar a que los dirigentes de esos dos clubes, que alguna vez fueron hermanos, dejen de lado intereses personales y en un acto de generosidad se sienten a compartir de nuevo la misma mesa.
Finalmente la vida me dio un hijo, un hijo que nació con síndrome de Down.
Sentí que la vida me había tackleado.
Me había dejado tirado, si aire.
Y en esas primeras horas, en esas donde el dolor no se va… perdí la visión de la meta… Creí perder el rumbo de mi vida.
Pero recordé que, cuando chico, un entrenador querido me dijo que el Rugby era cómo la vida:
Siempre para adelante, que la única forma válida para avanzar es en dos patas. Que el Tackle era válido, pero también era válido y obligatorio levantarse y no perder nunca, nunca de vista… el ingoal de la vida y su felicidad.
Gracias a estos 10 párrafos, hoy tengo la luz de mi vieja, la vibra de mi familia, y el amor inconmensurable de una mujer brillante que me ama y por supuesto, a Don Felipe: El enano que le dio un sentido majestuoso y magnánimo a mi vida.
Hoy puedo considerarme un choto feliz y que, si no fuese por el Rugby, seguramente también lo sería, pero dudo que con tamaña claridad.
Así que, querida Vida, te sigo esperando…
con ansias, aún cuando sé de forma clara que vas a procurar derribarme una y mil veces más.

Con afecto, Walter Rodriguez

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miércoles, 27 de junio de 2012

El cuarto tiempo

El cuarto tiempo
Desde niños nos enseñan en Rugby a homenajear al equipo con el cuál jugamos (Y no CONTRA el que jugamos) sirviéndole una infusión, almuerzo, merienda y/o cena al terminar el partido y luego de la ducha en el vestuario.
Esta costumbre que realiza el equipo local se remonta a décadas atrás y tiene como fin celebrar el juego. Sin alguna de las tres partes (Árbitros también son agasajados) el partido no hubiese podido ser celebrado.
El Rugby tiene dos tiempos de 40 minutos y dándole sentido al Rugby cómo un todo, esta tradición es llamada tercer tiempo. Deja de manifiesto al mismo cómo parte del partido y no cómo una actividad aislada o simplemente gastronómica.
El uso y la costumbre han hecho de esto, en argentina, una tradición incuestionable. Los hay con música, otros con familia, con comida al plato o simples Sándwiches. Los encontramos con mujeres solteras y otros con mamás, novias y esposas de jugadoras que simplemente ayudan a servir. Todo vale, siempre con los valores del deporte como bandera.
A mi entender, el tercer tiempo representa el espíritu eterno del jugador de Rugby. EL tercer tiempo es mucho más profundo que una comida, que una merienda, que un baile o un agasajo. EL tercer tiempo inmortaliza al jugador. Cuando un jugador se retira o finaliza su etapa de deportista, sigue jugando de por vida su último partido, su propio tercer tiempo.
Por ello creo y resumo que un partido de Rugby tiene dos tiempos de 40 minutos y un tercero que finaliza con nuestro suspiro final.
A mi me gusta pensar más profundo aún, más allá de la vida tal como la conocemos.
 Me gusta creer que existe un tiempo más, uno que se vive por la eternidad, por los siglos de los siglos.
Me encanta sentir que existe un cuarto tiempo. Un lugar para ver el partido desde otra óptica, donde la rivalidad queda plasmada y fundida en amistad, un lugar donde los golpes ya no duelen y donde el anochecer nunca llega: Ese atardecer eterno con familia, amigos y compañeros de la vida.
Yo creo que todos los que se fueron, nos dejaron, dieron el último pestañeo o cómo quisiéramos llamarle están en el cuarto tiempo. Mirando nuestro partido de la vida.
Hay veces que leo lo que escribo y me emociono, lloro, me asombra de lo que he escrito o me repugna y lo critico. Algo así cómo si no hubiese sido Yo el que hubiera dejado mi huella en cada escrito. Y en este caso, estoy seguro que no soy yo el que escribe, son todos aquellos que están en el cuarto tiempo que no pueden escribir, porque tienen una hamburguesa y una cerveza en cada mano.

 Walter Rodriguez
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Pedir pista

Desconozco el origen de la expresión “Pedir pista”. En Venezuela, por ejemplo, se utiliza esta frase para referirse a una enfermo terminal  que ya no tiene más remedio: “Esa persona está pidiendo pista”.
En lo personal, prefiero creer que esta expresión proviene del Atletismo:
En mi ciudad existe un predio deportivo municipal y gratuito. Allí contamos con una pista de atletismo donde los deportistas entrenan y donde también, el común de gente, puede utilizarla para caminar o trotar un rato sin acercarse a lo que es el alto rendimiento.
Es gracioso, en días de verano y al atardecer principalmente conviven perfectamente atletas, señoras mayores que caminan con sus amigas, el típico gordito entusiasmado con sus nuevas zapatillas, algunos deportistas amateurs que inician sus pretemporadas y hasta mamás con sus bebes que caminan con los cochecitos para empezar a endurecer un poco la pancita luego de su cesárea.
Sospecho que a los atletas, los que practican “atletismo”, esta situación no les debe ser de su mayor agrado. Deben sentirse una especie de Marplatense enojado en pleno Enero porque un turista le dejo el auto en frente a su cochera y así, no puede sacar su propio coche.
Sin embargo, en esta circunstancia, nace una regla de convivencia natural que es dejar los primeros carriles libres para estos profesionales de modo tal no molestar en su entrenamiento. Si por algún motivo uno llegase a transitar uno de estos pasillos, rápidamente un atleta que vendrá detrás corriendo a toda velocidad gritará: “Pista”. Este código significa que uno debe hacerse a un costado, para no interrumpir la carrera del deportista. Y si uno no se corre, nos pasarán casi por encima utilizando su “codo” en señal de advertencia.
Algo parecido suele ocurrir en las rutas, cuando el vehículo que viene detrás a toda velocidad hace “luces” (Pide pista) para que el otro se corra, y a veces, así sucede.
Entonces, resumo que “pedir pista” viene de allí y en el refrán cotidiano referencia a la gente que quiere dar un paso más en su vida, que está para otra cosa, para algo mejor. En los trabajos, en el deporte, en la vida misma “pedir pista” implicará dar un paso adelante, pasar una situación rápidamente sin que esta sea un obstáculo.
Interesante sería poder vivir la vida cómo una pista de atletismo. Concentrarnos en el camino, poner el foco hacia delante y si vemos algún obstáculo, problema o estanco “PEDIR PISTA”, pasar rápidamente estos y si no se corren, no digo utilizar el codo pero si hace falta será necesario perder un segundo y  correrse de carril o incluso, utilizar la banquina.

Walter Rodriguez
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El abuelo

El abuelo
Prendió la radio, después la hornalla. Llenó la pava. El mate cebó.
Tiempo de mandados y buenos días. Pasitos cortos, Ya sin reloj.
Se fueron sus mañanas y medios días de nobles guisados.
Cacerolitas, agüita y caldo. Y su “madera” revolvedor.

Siguió de largo en su siesta eterna, esas que calman fiaca
Y  olvidan aquellos sueños  que no queremos recordar.
Vistió su saco con pelotitas y peinó sus cejas para viajar mejor.
Partió chiquito, casi un palito. Es que ser sabio lo consumió.

De pronto siento, que está contento. Que está sentado en su gran sillón.
Se lo ve claro, con sus afectos, pleno de vida; lleno de amor. 

Walter Rodriguez

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El vuelo

El bebé me enseño que andando bajito se está mejor.  Que los golpes son menos dolorosos al caer si tenemos una mano cerca que nos sostenga o que nos amortigüe,  que en la altura está el deseo pero también la proximidad a la soledad.
Diferente al pájaro, que encuentra la paz en la altura y la comida y la agonía en el piso. Que nos enseña que alimentar el cuerpo y el alma no es fácil e incluso riesgoso. Que cada uno tiene un tipo de alas diferentes para volar donde realmente tiene que volar. Que los problemas no son del vuelo, sino de la dirección en la que volamos.
El bebé me mostró que sin palabras no se puede decir nada pero sí trasmitir y comunicar mucho; o al menos lo que realmente importa. Lo esencial.
Demostró que no hay nada cómo el amor humano de Papá, y por sobre esto, el amor inhumano de mamá. Porque mamá es extraterrestre, y si no ¿cómo es posible que siempre está, sabiendo todo lo que pasa sin importar horario, cercanía y circunstancia?.
El bebé me enseño a volar bajito y en bandada; me dejó entender que amamos y hablamos con cada uno de nuestros sentidos a parte del habla y los gestos, que mamá y papá lo son todo y que mamá y papá no son 2 personas, si no un tipo amor que está en la esencia de cada uno. Me enseñó que, cuando uno se convierte en padre, instantáneamente se transforma en padre de cada uno de los niños de la humanidad.
El bebé no me enseño a ser Papá, me cuestionó mi ser hijo, mi ser hermano, mi ser marido. En definitiva, mi ser humano.
Walter Rodriguez

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Se venden mimos

Se venden mimos y otras cositas

Lejos de ser una tienda de trata de personas, y aún siendo menos drástico, lejos de ser una casa de venta de insumos y materiales para personas que interpretan el teatro preferentemente con gestos y movimientos corporales; “Se venden mimos y otras cositas” fue el slogan del negocio que me dispuse a montar tiempo atrás.
Así, con ya más de 10 años de éxito, todas las semanas de lunes a viernes es que abro mi local dispuesto a mimar a la gente y a alentarla.
Soy una Asociación Civil que tiene como fin y objeto social liberar a la gente, al menos por breves instantes, de su sufrimiento y carencia de afecto. Esté fin no resiste crítica alguna de ningún gobierno.
¿Cómo funciona?
El negocio está ubicado en la calle Florida, peatonal mundialmente reconocida por los turistas y habitantes argentinos, y permite al cliente, mediante una colaboración ad honorem , contar con un espacio de 5 minutos para que quién ingresa al predio pueda despacharse de la situación que lo acongoja o simplemente, entrar en busca de un abrazo o caricia.
Así recibo a diario turistas desesperados que acaban de ser estafados, hurtados, robados y hasta violados.
Se recibe mucha gente con el traje empresarial puesto que despotrica contra sus jefes.
Ingresan mujeres y hombres maltratados en sus hogares o que simplemente no desean volver al mismo.
Recibo deportistas o estudiantes frustrados por su última actuación y todo tipo de personas que entran temblando solo en busca de afecto.
A todos ellos, a todos los trato por igual. Los miro atentamente, no los interrumpo; les digo cuánto valen para este mundo, los abrazo, los acaricio y les sonrío. Deben irse más livianos, dado que un gran porcentaje suele retornar o incluso visitarme con frecuencia.
Con las colaboraciones recibidas logré sustentar el alto costo de alquiler que tengo y por suerte pude autogenerar mi salario, que a decir verdad cada día me sorprende gratamente.
Ya estoy trabajando con los gobiernos de Córdoba, Santa Fé, el partido de la Costa, Salta,  Mendoza, Las provincias de la Patagonia, y otros puntos turísticos en auge del país para abrir filiales, dado que allí, de acuerdo a una encuesta realizada la gente también estaría dispuesta a dar dinero a cambio de mimos (Y en dólares, Reales o Euros).
¿Cómo surgió este negocio?
Simple; en Marketing nos enseñan el concepto de “Segmento y Nicho  de Mercado” que sería una especie de público selecto al que un bien o servicio debe dirigirse para satisfacer las necesidades latentes que este área o público posee.
 Así fue que detecté la carencia de autoestima, afecto y reconocimiento en el área geográfica de mi anterior trabajo y alrededores  y en consecuencia monte mi proyecto.
En tiempos de crisis, paradójicamente, es cuando mejor funciona el negocio. Recuerdo el verano de 2002 donde los ahorristas hacían cola para poder gritar y llorar en paz. También con el fallecimiento de dos Ex Presidentes de la Nación  donde el público se apelmazó para procurar palabras de consuelo.
Durante los meses que estoy ausente por vacaciones, dejo una persona a cargo que, lógicamente, ha sido entrenada en el arte de escuchar y mimar a la gente. No suele ser un problema.
Todos los interesados que pretendan ser considerados para gerenciar los locales del interior, les ruego envíen por esta vía vuestro curriculum con el detalle de Afecto y palabras efusivas otorgadas a lo largo de su vida. Las posiciones proyectan un gran crecimiento profesional, incluso en otros países y es por ello que se valorará disponibilidad para viajar. Se garantiza absoluta reserva.
Walter Rodriguez
Twitter: @Rodriguez_wal

El reloj

El Reloj
Partamos de la definición de sistema, Dijo:
…” Conjunto de cosas que relacionadas entre sí ordenadamente contribuyen a determinado objeto.”… *(1).
Es frecuente escuchar ejemplificar esta definición con un reloj mecánico:
El reloj es un conjunto de piezas, que se interrelacionan entre sí contribuyendo al objetivo común: Dar la hora exacta.
Si imagináramos nuestro ser cómo un sistema, cada parte de nuestro cuerpo debería ser considerada una pieza fundamental  para ese objetivo tan deseado: La felicidad.
Así pues, resulta fácil comprender que la felicidad es la armonía perfecta de los 3 componentes más importantes de nuestra existencia: El alma, la mente y el corazón.
Cualquier desequilibrio, ruptura o faltante en ese trío, dejaría opacada a nuestra felicidad.
¿Qué pasaría si algún componente de un reloj mecánico faltase o se rompiere? La respuesta es simple, este, no funcionaría.
 ¿Y si reemplazáramos la pieza dañada o ausente por otra de un reloj antiguo? Probablemente funcione, posiblemente no, o lo haga desordenadamente que en tal caso es lo mismo que si no funcionase.
Quiero que vuelvas al diván por unos instantes. Mencionó
¿De dónde sale tu agresividad? ¿Podes identificar de donde proviene la misma?
-          Si, contestó. La heredé de mi Papá y Él, a su vez, de su Padre: Mi Abuelo.
Sin embargo, tu forma de ser en reiteradas ocasiones agresiva, no te gusta, te angustia; te genera culpa o a veces, incluso, dificulta que puedas mantener las relaciones armoniosas con tus pares.
Yo creo que a vos, cómo sistema, te falta una pieza. O mejor dicho, te sobra una pieza que no es tuya; que es de tu Padre, o de Tu abuelo.
El día que la cambies, y le pongas la correcta, la tuya; tu sistema estará nuevamente en armonía, y el camino hacia tu propia felicidad será mucho más claro y placentero.
Walter Rodriguez
Twitter @Rodriguez_wal
*(1) Fuente: Real Academia Española.