Mariposa de mi vida
Llegó cuando
niño, y nunca más se separó de mí.
Acaso por la dulzura
propia del infante, por el néctar que traspiraba en las noches de verano. Acaso
por eso o simple casualidad, la Mariposa llegó a mí para acompañarme en este
camino sinuoso, El ripio de mi vida
Y aunque no la viera,
no la vieran; ella estaba. Jugueteando en mi nariz con sus alas y en cada primavera,
entre estornudos y rinitis, sabía que paseaba, jovial, frente al sol del inicio
de la pubertad.
Y aunque a veces
no la sentía, no la sentían; ella estaba. Acompañándome en el peligro, rozándome
con sus antenas para poner mis poros punzantes y dejarme en vigilia ante los
riesgos de la oscuridad.
Y aunque no la olía,
no la olían; ella estaba. Aleteando en
cada encierro, ventilando malas vibras, renovando
el oxigeno y pasando por el límite de la
mayoría de la edad.
Pero también a
veces la veía, vibrando en mi panza a escondidas. Cosquillas adolescentes y
nervios de examen final.
Y un día, cuando
al fin la vi serena, durmiendo delante de mi edad… el amor luchó con la
soberbia de quién cree poder ir solo en esta vía… y la devoré de un solo mordisco
y sin suspiro alguno la enterré en mi soledad.
Y entonces,
comprendí que me hice adulto. Y orgulloso de mi indulto caminé con sequedad. Hoy,
Un adulto que repasa los anhelos detrás de la carcasa. En resumen, un adulto que
deseo transformar.
Porque Ella está.
Sigue ahí.
Aleteando por mis venas, engrosando mis arterias, defecando porquería que no
guarda porque es viva, se desprende la maldad de su silueta, y empastada y sin
careta se vacía sin receta. Día a día, ella trata de tratar, de encontrar la
luz perdida y al final, en la salida, ser mí guía espiritual.
Sigue ahí, descansando
en mi estómago, contrayendo el musculo abdominal, generando un cuerpo tenso,
que presiona los objetos sin poderlos disfrutar.
Continúa ahí, revoloteando
en busca de oxigeno, obstruyendo mis pulmones. Alimentándose del desecho de mi vesícula
irritándola una y otra vez. Porque quiere vivir, porque no piensa que es lo que
hace ahí, porque solo sabe que debe mover sus alas, para seguir volando y
volver a nacer, o tal vez hacer nacer, o renacer a un ser perfeccionado, que aprendió de lo
pasado y que está dispuesto a mejorar.
Mariposa de mi
vida, no te culpo. No, ya no. Ya aprendí de tu simpleza, ya viví sin tú
firmeza. Solo quiero que volvamos, que seamos dos separados, pero en el amor unidad.
Walter Rodriguez
Seguime, ¡Dale!
Twitter: @Rodriguez_wal
Grande Walterio
ResponderEliminarte felicito por el blog
Pipe Paz
sigo tratando de tratar
abrazo del alma