domingo, 16 de junio de 2013

Mi amigo, el árbol.


Él es mi amigo, mi amigo el árbol.

Todos los días paso debajo suyo. Nos miramos, nos saludamos en el silencio.
Me enseñó, día a día, que no era incómodo el silencio. Lo incómodo son los ruidos que atravesamos hasta llegar al silencio.
Y claro, ¿cómo no me va a enseñar? Si tiene más de 50 años. Si supieran las cosas que ha visto. Si supieran…


Me enseñó, saludo a saludo, a contemplar. La contemplación era algo inhóspito en mí ser. Algo invisible. La contemplación y compasión no puedo describirla. Simplemente es. En este caso, es mi amigo: El árbol.

Hace un año sufrió una batalla dura. Algo parecido a un tornado. Pero ahí está, un poco castigado, pero fuerte. Erguido. Su hermano, salió más lastimado. Y eso lo sufrió, y en la contemplación, lo sufrí yo también.

Pero pasaron ya dos otoños. Sigue sacudiéndose de las hojas viejas y vuelve a rebrotar. Renace. Siempre.

Y cómo a mí me pasó con otro amigo llamado Ricardo donde tardé 6 meses para que me devuelva el saludo, Mi amigo, el árbol, me esperó 4 años. Me saludaba todos los días, pero no podía verlo. Ni escucharlo.

Me enseñó, pasito a pasito, a quererlo.

Y claro, ¿Cómo no lo voy a querer? Si él es mi amigo: El árbol.

Walter Rodriguez
@Rodriguez_wal

1 comentario:

  1. Que lindo Walter. ¡Cuantos amigos tenemos en un mundo que parece tan solo, pero realmente esta tan habitado! ¡Cuánta agua hay en el desierto y cuantas flores por salir!

    Empezaré a fijarme más en mis propios amigos de por aquí.

    Un abrazo! Tu amiga chilena,
    Camila.

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