Esta es la historia de
Ricardo, mi amigo.
Ricardo es un hombre de
alrededor 60 pirulos que duerme en la calle Tucumán entre Reconquista y 25 de
Mayo, Microcentro. Ciudad de Buenos Aires – Argentina.
Esto es pegado al lugar
donde yo trabajo. Siempre me llamó la atención lo pulcro, bien alimentado y
ordenado que se lo veía. Sus hábitos siempre los mismos. Se levanta entre 8:00
y 8:30 y arranca para algún comedor en Constitución o Saavedra.
Cada vez que yo pasaba, y lo veía, le decía "Buen día". Con el tiempo y poco a poco me fue devolviendo el saludo.
Algunos días de frío, agarro un Café con Leche y se lo llevo. Desayunamos juntos, en la vereda. Y hablamos... de la vida.
Cada vez que yo pasaba, y lo veía, le decía "Buen día". Con el tiempo y poco a poco me fue devolviendo el saludo.
Algunos días de frío, agarro un Café con Leche y se lo llevo. Desayunamos juntos, en la vereda. Y hablamos... de la vida.
Siempre le preguntaba:
¿Estás necesitando algo?. Y siempre me decía que no. Allí comenzó mi
aprendizaje de este hombre.
Hace un tiempito, en el mes de Abril, le formulé la pregunta nuevamente:
Tímido, me dijo: “Se va a venir el frío, un pullovercito no me vendría mal”.
¿Algo más? (pregunté). NADA MÁS.
¿Leyeron bien? NADA MÁS.
¿Algo más? (pregunté). NADA MÁS.
¿Leyeron bien? NADA MÁS.
Me dijo que cuanto más tenía, más pesada se hacía su vida y la interacción con sus pares. Claro, el “tener” en la calle debe ser visto con una visión diferente de la que estamos acostumbrados.
Recuerdo perfectamente ese día, era viernes. Yo tenía que viajar una
semana por trabajo. No quería fallarle. Un amigo mío me escucho y se
comprometió en llevarle un Pullover el Lunes siguiente. Y le gustó tanto la
historia, pero tanto, que me hizo un quiero RE-Truco. No le llevó un pullover
viejo, rotoso. Le dio uno de sus pulloveres preferidos. Se desafió el mismo al
desapego, y se des-hizo de una etiqueta con Cocodrilo. Otro aprendizaje que,
gracias a la aparición de Ricardo, tuve en mi vida: El desapego con dolor cuyo
resultado es mucho más placentero cuando la entrega es total.
Hace unas semanas atrás, cuando se levantó tenía puesto el pullover que mi amigo le había hecho llegar. Cumplí mi palabra. Porque entendí que para Ricardo, lo más valioso que tenía, era la palabra y no podía fallar.
El concepto de necesidad y de “mochila de la vida” quedó bollando en mí.
Hace un tiempo llegó a mis manos un libro. La increíble historia de la
empresa PATAGONIA (Ropa de montaña y otros deportes extremos). Sin pensarlo, mandé
un E-mail a USA. Básicamente se me ocurrió que una pilcha PATAGONIA podía
reemplazar una camiseta, un buzo, un pullover y una campera. Y eso podría
simplificarle la vida a mi amigo Ricardo y hacer la MOCHILA de su vida más
liviana.
Mientras esperaba su respuesta (terminó siendo cordial pero negativa),
fui a un local PATAGONIA en Argentina. Me asesoraron, aconsejaron y
recomendaron una chaqueta LIVIANA que equivaldría a varios abrigos juntos. El
costo de lista era de $ 1900.
Ahí me puse el objetivo: Quería para Ricardo esa chaqueta. Nada usado,
ni otra cosa. Eso y nada más.
Así fue que me atreví a
contar la historia de El en Facebook. Subí la foto que representa una imagen
habitual en mí y pedí tres cosas:
1)El que ande por ahí y lo vea. Solo digale buen día. Es lo que más necesita.
2) El que quiera y pueda aportar dinero; yo en persona me encargaré de ir a comprar la campera y dársela en mano.
3) El que quiera escribirle unas líneas a Ricardo. Lo que sea. Es bienvenido. Me mandan un privado y yo imprimo el mensaje.
Lo cierto es que esa foto, esa historia hizo vibrar el Universo. Mucha gente se sensibilizo y afloró lo mejor de sí. Gente totalmente desconocida solicitaba mi cuenta bancaria para transferir dinero, a los que tuve la suerte de decirle que no era necesario; que con los aportes de mi entorno más cercano ya había juntado el dinero. Pero lo más lindo, lo más noble, fueron las 12 cartas que me hicieron llegar para El.
12 cartas que
significarían apostolados para Ricardo.
La historia tuvo tanta
trascendencia que llego, incluso, a Patagonia Argentina. Fui invitado a una
pequeña reunió allí; les interesó la historia y les dije que necesitaba un
descuento menor. Que quería comprar la campera. Respetaron mi decisión, me
atendieron amablemente y tuvieron un gran gesto que quieren mantener privado. Así
lo haré.
Pudimos aportar,
adicional de la chaqueta, ropa interior de escalada incluyendo medias polares.
Con el correr de los días siguió llegando a mis manos dinero. De Chile y otros
países. Asi fue que el Excedente lo doné a una asociación Civil en la que
colaboro, situada en Marcos Paz que ayuda a chicos en situación de
vulnerabilidad social: Seres Versus Teneres.
La historia también llego
a una empresa de ropa para SKY. El dueño, emocionado, me contó que lanzaría un
plan… propondría a sus clientes que reciclen sus prendas viejas, que mantienen
la calidad pero que están en desuso por un tema de gusto o moda, en su local
para que ellos sean puentes y se lo entregasen a alguna asociación civil ,
fundación u ONG. Esas que reparten café caliente por las noches a gente necesitada.
Recién allí tomé
consciencia el despelote que había armado. Y que lindo. La rueda empezaba a
girar. Un amigo querido me dijo: “Cadena de favores”.-
Ya tenía todo en mis manos. No soportaba estar en mi casa con SU ropa y pensando
que estaría durmiendo bajo el frío. Yo vivo a 45 Kms. de ese lugar; pero
siempre un buen amigo está dispuesto a colaborar. Era miércoles y mi Papá, en
su humilde aporte de nafta y peaje, contribuyó llevándome.
Ricardo se alegró de verme por la
noche. Me conocía con ropa de trabajo y de día.
Le entregué la ropa. Le conté brevemente la historia y se emocionó.
Pero más se emocionó cuando le dí 12 cartas. Él repetía una y otra vez:
“no puede ser que haya alguien que me escriba”.
Sin hojearlas ni leerlas, las doblo y las guardó cómo su mayor tesoro.
Las leería al irse a dormir, usando la Luna cómo velador.
Realmente la ropa era secundario.
Nuevamente me estaba enseñando.
Cuando le dije que esa chaqueta equivalía a todas las prendas que tenía
puestas; pensó y me dijo: “Entonces puedo regalarlas (las que tenía puestas) a
alguien que las necesite”.
NUDO en el estómago. Enésimo aprendizaje.
Agregó, “Ahora entiendo porque estos días la gente me está saludando”.
Fuerte, me temblaban las patitas.
También quiso por medio mío hacer llegar su agradecimiento. Fui
preparado, le dí una hoja y un fibrón y de su puño y letra escribió desde su
corazón abierto.
Desde nuestra óptica de
ver el mundo, a todos nos intriga saber su historia. Y ese es un secreto que
tengo Yo con El. Solo sepan que Él es feliz, con sus gustos y disgustos,
viviendo en la calle y por ello jamás lo
van a ver pidiendo ni renegando.
Le di un abrazo, y me
volví con mi viejo. En silencio. Los dos emocionados.
Ricardo me enseño a
re-aprender el concepto de Necesidad. A revalorizar un “BUENOS DIAS”.
Aprendí a dar con dolor,
hasta que ya no duela. Por el contrario, gratifica.
Entendí que el YO, está
antes que el Tú, El, Nosotros o ellos SOLO en la gramática. Que en la simpleza
y la grandeza es al revés.
Que hay muchos Ricardos
necesitando un BUENOS DÏAS, un café y por sobre todo, una palabra. Una carta.
Un abrazo.
Que los Ricardos no
están, solamente, en la calle y bajo el frío. También están en los hogares, en
los trabajos y ahí, adentro tuyo. ¿Porqué no?.
Y a vos, adentro tuyo, es
a quién RICARDO me enmendó, siente me pidió que sea puente, para decirte:
Buenos Dïas.
¿Qué estás necesitando?
Walter Rodriguez
Mayo 2013
@Rodriguez_wal
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ResponderEliminarSe me llenan de agua salada los ojos de leer la historia... Gracias por compartirla, así nosotros también podemos aprender lo que Ricardo te enseñó (=
ResponderEliminarGracias por el ejemplo entregado, por tu sensibilidad, por la humildad, por la invitación al despego, a la entrega, al amor; queda en mi esta historia no solo en sentimiento, también para la acción.Un abrazo.
ResponderEliminarQue nobleza Ricardo!!...y pensar que creemos necesitar tantas cosas...se nos olvida que lo mas importante es poder reflejar nuestra mirada en el otro... ese contacto esencial...Amor
ResponderEliminarHola Walter...Soy del ACP de Chile y primero que todo quiero darte las gracias por esta hermosa y conmovedora enseñanza, porque mas que una historia la ve como una tremenda enseñanza. Lecciones en la vida nos llegan muchas y la atesoro por siempre.
ResponderEliminarFuerza en este hermoso camino que es la vida.
Un aprendiz agradecido
Robinson.
Gracias, Walter...
ResponderEliminarLinda historia!
Pero que hermosa historia!!! Cuanto he aprendido de tu testimonio, Walter! Me emocioné hasta el alma.
ResponderEliminarGracias por este bello relato.
Un abrazo!
Camila
No me equivoqué en pensar que eras especial. Te felicito de corazón, sinceramente nunca se me cruzó tener una actitud semejante. Besote
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