El abuelo
Prendió la radio, después la hornalla. Llenó la pava. El mate cebó.
Tiempo de mandados y buenos días. Pasitos cortos, Ya sin reloj.
Se fueron sus mañanas y medios días de nobles guisados.
Cacerolitas, agüita y caldo. Y su “madera” revolvedor.
Siguió de largo en su siesta eterna, esas que calman fiaca
Y olvidan aquellos sueños que no queremos recordar.
Vistió su saco con pelotitas y peinó sus cejas para viajar mejor.
Partió chiquito, casi un palito. Es que ser sabio lo consumió.
De pronto siento, que está contento. Que está sentado en su gran sillón.
Se lo ve claro, con sus afectos, pleno de vida; lleno de amor.
Walter Rodriguez
Seguime, ¡Dale! @Rodriguez_wal
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