miércoles, 29 de mayo de 2013

Mi Barrio


No sé si mi barrio cambió, tal vez estuve distraído

Fui a ver los chicos jugar, cómo cuando yo lo hacía, pero no los pude encontrar. Tal vez algo había acontecido.
Puede sea que ya no hay más baldíos para jugar los partiditos. El barrio evolucionó y construimos allí dúplex, triplex, apartamentos o monoambientes. 
Pero aun así, siendo más, cada vez los veo menos. ¿Estaban escondidos?

Después de las lluvias, o durante ellas, solíamos salir a jugar. Cada uno elegía un palito o ramita, lo poníamos en la corriente de agua de lluvia y el que primero llegaba a la alcantarilla ganaba. 
No sé si esto ya ha pasado de moda o es que la alcantarillas están llenas de bolsas de basura y no permiten el drenaje o es que el prevenir las bronquiolitis y las virales no los deja continuar con esa tradición. 
Por suerte, los chicos son mucho más sanos y más prevenidos que los que jugábamos en la vereda, corríamos en el pasto y en vez de mirarlos, jugábamos los partidos. 
Me gusta eso de la salud de nuestros chicos. Hay una conciencia general al respecto. Yo no se corre tanto, ni siquiera el colectivo. Porque no hace falta; tomamos un remis o nos lleva nuestro amigo.

Las escondidas pasaron a ser algo peligroso. Los padres tememos ese tipo de juego donde te esconden un buen tiempo a cambio de amenazas y dinero. Y por eso, supongo, los chicos dejaron de jugar al desaparecido.
¿La Mancha? No, ni locos. Con tanto pervertido mejor des-aprender a tener contacto con los otros; siquiera a través de lo lúdico recreativo.

Me costó aceptarlo, entonces visité el barrio en diferentes horarios. A lo mejor, lo que había cambiado eran las frecuencias de los juegos de los niños. 
Lo visité en las siestas, pero ya no hay más siestas. Hay colegios Bilingües que le dan a esto sentido.

Fui a los atardeceres, pero los chicos solían estar en sus actividades extracurriculares. 

Entonces quise hablar con sus madres, solo para entender, pero resulta que me atendió la señora que cuida a los pibes. Porque las madres, todavía no habían vuelto de trabajar. 
¿Y los chicos? ¡Bien! ¡Jugando juegos en RED!. 
Claro, que zonzo, estamos en la era de la “comunicación”.-

Fui por más, quise verlos a la noche. Y de paso, hablar con los padres. Pero no pude. Los papis están estresados y cansados cómo para recibirme. ¿Y sus hijos? Jugando a la Play en sus nidos.

¡Los sorprendí el fin de semana! Pero el barrio era exactamente igual. Los padres trabajando en otras preocupaciones, ¿Y los chicos?. En lo de su amigo. Jugando cada uno con su Tablet, entretenidos.

Fui en verano, pero nadie puede estar al Sol. El agujero de Ozono ha cambiado y nos ha retraído.
Fui a ver a los Psicólogos de los chicos, y de los padres, pero el secreto profesional no les permite darme información de sus padecientes confundidos.

Al fin entre en las redes sociales, y ¡ahí sí!. Conocí a todo el barrio. Todo sigue igual; que tonto fui. No fue que mi barrio cambió. Fue que he estado distraído.

Entonces, al aceptarlo, evolucioné. Ya he suprimido prácticamente mi correr, el contacto con el pasto, la lluvia y el Sol. 
Le dejo mensajes en el INBOX a mis amigos y los saludo para su cumple con un Tuit bien divertido.

Pero hay algo que me está haciendo ruido. Que me tiene entumecido. Algunos la llaman Pacha Mama, Naturaleza, Universo o me piensan retorcido. 
Está me pide a gritos me despierte; que lo que tengo es estar dormido.

No es que sea otro, es que estuve distraído. Fue mirando a ningún lado, o tal vez solo mi ombligo.
No fue de cobarde, fue de reprimido. Represión de vida empantanada en un viñedo sin olivos.
Solo carozos con punta que dañaron mis sentidos. 
Me olvidé que me olvidaba, lo tomé cómo destino. Recordé que algo extrañaba, fue mi esencia cuando niño.

Walter Rodriguez

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